¡Oh Dios de gran
misericordia! Bondad infinita, desde el abismo de su abatimiento, toda la
humanidad implora hoy Tu Misericordia, Tu Compasión, ¡Oh Dios!; y clama con la
potente voz de la desdicha.
¡Dios de Benevolencia, no
desoigas la oración de este exilio terrenal!
¡Oh señor! Bondad que escapa
nuestra comprensión, que conoces nuestra miseria a fondo y sabes que con
nuestras fuerzas no podemos elevarnos a Ti, te lo imploramos: Adelante con Tu Gracia
y continúa aumentando Tu Misericordia en nosotros, para que podamos, fielmente,
cumplir Tu Santa Voluntad, a lo largo de nuestra vida y a la hora de la muerte.
Que la omnipotencia de tu misericordia nos escude de las flechas que arrojan
los enemigos de nuestra salvación, para que con confianza, como hijos tuyos,
aguardemos la última venida (día que Tú solo sabes); y esperamos obtener lo que
Jesús nos prometió a pesar de nuestra mezquindad.
Porque Jesús es nuestra
esperanza: A través de su Corazón Misericordioso, como en el Reino de los
Cielos.
Amén
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